domingo, 25 de julio de 2010

Too hot for your job?

Erm. Hola? Alguien por ahí? Me siento terrible por haber abandonado este blog por tanto tiempo cuando mi intención inicial era no dejar pasar más de un par de semanas entre cada entrada. En fin, esto sucede cuando uno tiene trabajo y ya no disfruta de la maravillosa cantidad de tiempo libre que viene con el desempleo. Pero en fin, fue justo un tema relacionado con el ámbito laboral lo que me hizo querer escribir otra vez acá. Pero empecemos con algunos antecedentes para darle contexto al tema de hoy.

Actualmente me encuentro trabajando en una institución bastante importante a nivel nacional y muy conocida por el alto nivel de las personas que trabajan ahí. Y por personas me refiero específicamente a hombres. No quiero exagerar, pero a mi parecer el número de hombres que trabaja ahí es mucho mayor al de mujeres. Eso sin contar que la mayoría de las mujeres tienen puestos de secretarias. En mi oficina, únicamente mi jefa y yo somos mujeres, y a pesar de que he conocido muchas chicas inteligentes trabajando ahí, el ambiente es predominantemente masculino. Esto implica que me tengo que chutar pláticas sobre coches y futbol, tuve que aguantar ser ignorada para las reuniones para ver los partidos del mundial (a pesar de que disfruto muchísimo ese evento que reúne a tantos hombres tan guapos) y tengo que reírme falsamente de chistes machistas (y malos!). Creo además que para mí, que venía de trabajar en una oficina donde se trataban temas de género y los hombres eran la minoría, la diferencia es todavía más evidente.

Pero bueno, una de las cosas que más se me dificulta de trabajar ahí es tener que ajustarme al código de vestimenta. Para empezar, el look oficinista me cuesta un poco de trabajo, me cuesta mucho encontrar unos pantalones de vestir que me gusten y detesto los sacos (esto último tiene un poco que ver con esta columna de Hadley). Y si luego añadimos que la tendencia en el citado lugar de trabajo es que las mujeres se vistan de una manera que yo considero a-bu-rri-dí-si-ma (pantalón negro/gris/beige con sutercito, taconcito decente), lo que termina pasando es que cada día es un dilema existencial sobre qué ponerme para el trabajo y que pase una de dos cosas: que me vista como me gusta y me sienta super self-conscious todo el día, o que me ponga un pantalón y un sutercito y me sienta como si no fuera yo.

En fin, en estas discusiones mentales estaba yo hace un par de semanas cuando me encontré con un una noticia que me escandalizó. Debralee Lorenzana, una banquera que trabajaba para Citibank, estaba demandando a sus ex empleadores por haberla despedido por ser demasiado sexy. La mujer se quejaba de que sus jefes le habían pedido no usar faldas tipo lápiz, suéteres de cuello de tortuga y trajes ajustados. ¿La razón? Estaba demasiado buena y no dejaba concentrar a los hombres en su trabajo. Al no cambiar sus hábitos de vestimenta, digamos que pasaron a pedirle que se retirara.

Dado que yo defiendo ampliamente el derecho a expresar la personalidad a través de la ropa y a no tener que vestirse como clones, y mucho menos como hombres, está noticia me horrorizó. No obstante, lo que me horrorizó todavía más fueron los comentarios que mucha gente dejaba en internet acerca de esta mujer. Muchos decían que lo tenía merecido por no acatar las reglas del lugar de trabajo y algunos otros dijeron que ella se buscaba la atención negativa de los hombres al vestirse tan sexy. Cabe aclarar aquí que la mujer no estaba yendo a trabajar en minifalda y enseñando el ombligo, sólo que por estar taaaan buena, la ropa que usan las mujeres para ir a trabajar se le veía estúpidamente bien.

Y aquí mi problema: ¿por qué sólo se considera profesional que una mujer se vista con traje sastre, como si quisiera vestirse cómo hombre? ¿En que momento te hace más estúpida o menos capaz el vestirte con, digamos, una falda veraniega y unos tacones lindos? ¿Por qué los hombres tienen carta abierta para usar camisas y corbatas horribles y trajes que no son de su talla y nadie les dice nada, pero cuando una mujer lleva una falda justo por arriba de las rodillas se vuelve blanco de miradas y comentarios (como si en la vida hubieran visto piernas!)? ¿Qué no es todavía más profesional ser capaz de presentarte de una manera segura y saber qué te queda bien y sacarte provecho para sentirte bien contigo mismo? El tema de la ropa en el trabajo demuestra las diferentes expectativas que se tienen para hombres y mujeres y la manera en la que, todavía hoy, a las mujeres se les mide con reglas distintas a las de los hombres. O bueno, eso pienso yo.

Por suerte, a mi sólo me quedan un par de meses trabajando en ese lugar, y después voy a poder volver a vestirme como me gusta sin sentirme incómoda cuando me encuentre con las señoras aburridas en el baño de la oficina y yo sea la única enseñando pierna. Eso, y el tiempo libre. Bendito tiempo libre del desempleo.

domingo, 20 de junio de 2010

Girls en México (o por qué siempre me gustan los raros)

Descubrí a Girls el año pasado cuando fui a una posada de Arts & Crafts a comprar discos buenos, bonitos y baratos. Por unos módicos $400 compré como 17 discos con "lo mejor del catálogo de Arts & Crafts", incluyendo joyitas como Julian Plenti, Stars, Yo la Tengo, M. Ward y por supuesto Girls. Antes de tener el album Album sólo había escuchado Laura y se me hacía coqueta pero nada más; sin embargo, el disco completo me encantó. Empezando por Lust for life, cuyo maravilloso video pueden ver aquí, pasando por las melancólicas Ghostmouth y Hellhole Ratface, hasta la sexy y un poco stalker God Damned y la romántica Summertime, el disco tiene como una especie de identidad muy sólida. No sé bien como explicarlo, pero me gusta que la letra de las canciones, la música, el arte, los videos, todo tiene sentido y congruencia, y es como asomarse durante 12 canciones a la vida de un grupo de adolescentes perpetuos de San Francisco, que no tienen otra preocupación además de sus tragedias de romance y una que otra depresión (sin rayar en lo emo).


Siendo honestos, la historia personal de Christopher Owens, letrista y vocalista de Girls, tiene mucha influencia sobre esta imagen idealizada del grupo. No es la intención de este post el contribuir a la ya-de-por-sí-mucha información de historias y leyendas urbanas sobre la infancia de Chris (sí, también él es mi amigo, así que le digo Chris), sino ejemplificar algo típico de mi vida: me encantan los hombres raros. ¿Por dónde empezar con Christopher Owens? El cabello rubio más largo (pero no más lindo!) que el mío, el look que hace pensar que saca su ropa de la beneficencia, el cuerpo flaco y sin músculos, la identidad sexual un poco confusa, en fin, hay mil razones por las cuales las mujeres normales se horrorizarían ante la presencia de Chris, pero no, a mí me encanta!!!



Por alguna extraña razón este hombre me provoca querer regalarle flores. Tal vez apapacharlo un poco en sus momentos de depresión. Y fiestear con él en San Francisco al estilo del video de Hellhole Ratface (otro must, que a mi gusto va de lo inocente a sexy a lo ligeramente homoerótico, tal como debe ser la vida de Chris en realidad). La única semi-explicación que puedo darle a esto es que más allá de lo raro, me gustan los hombres interesantes y con cosas que decir. Igual y no muchas cosas que decir, pero que por lo menos las digan.


Pero bueno, cuando me enteré que venía Girls al DF, no me quedó más opción que arrastrar a una amiga a verlos. Ante un Lunario que se veía bastante vacío y después de tener que soportar a los Fancy Free -la banda más desangelada que he visto en mucho tiempo- por fin salío Girls.

Foto mía, el vocalista de los Fancy Free era el más divertido del concierto.

La única decepción fue el cabello corto de Chris. ¡Yo quería ver el cabello largo! Ni hablar.

Foto mía. Guapoooo.

JT, la otra mitad de Girls. Foto mía.

A pesar de que no son tan conocidos fuera de la banda fresa-hipsterosa del DF y sólo tienen un disco, creo que fue un buen concierto y en efecto me hizo enamorarme un poco más de Chris. Extrañamente las canciones que más me gustan no fueron mi hit en vivo (Lust for life, God Danmed) y las que tal vez no me gustaban tanto en el disco me encantaron en el concierto (Summertime).


Girls. Foto mía.


Girls. Foto mía.

Por ahora creo que es muy difícil especular sobre el futuro de Girls, pero creo que hicieron uno de los mejores discos del 2009 y no dejaron un buen conciertillo por acá. Igual y ya no vuelven a sacar otro disco tan bueno como éste, pero lo que es seguro es que siempre habrá alguna banda nueva con integrantes tan extraños como los de Girls, que segur también me encantarán.

domingo, 30 de mayo de 2010

So you think you can (pole) dance?

Vamos? Vamos? Vamos? Vamos? Vamos?
Eso era lo único que decía L. durante semanas. No sé de donde pero encontró anuncios de clases de pole dancing describiendo ese novedoso "ejercicio" como la última maravilla: fortaleces los músculos de las piernas y los brazos, el abdomen, adquieres flexibilidad y aprendes cómo ser más sexy. As if!

Los precios exorbitantes de las clases nos habían desanimado un poco, pero cuando L. encontró una clase de prueba a unos módicos $150 todas le entramos. Previo a la clase comencé a pensar que probablemente había encontrado mi nueva vocación. Tendría un trabajo de oficina de día y bailaría en tubo por la noche. Perfecto! Así podría rentar cualquier departamento que quisiera sin importar el precio. Evidentemente yo me imaginaba bailando como Kate Moss en el video de I just don't know what to do with myself de los White Stripes (los problemas de las chicas modernas imaginándose a sí mismas como Kate Moss son explorados, again, por Hadley en The Meaning of Sunglasses, pero ese es otro tema).




En fin, después del oso de haber llegado tarde a la clase y haber tenido que cambiarme de ropa en el mini baño del salón mientras el resto de las "estudiantes" esperaban sentaditas en sus yoga mats, empezó la clase. La maestra, una chava como 3 años años más grande que yo y con uno de los cuerpos más perfectos que he visto en vivo (ni un gramo de celulitis!) comenzó con unos estiramientos con un twist: estirar brazos, espalda y piernas como antes de cualquier ejercicio, pero moviendo el cabello de aquí para allá y poniendo la cara más sexy que te saliera. Luego lo peor: sentadas en el suelo abran las piernas y toquen el piso con la frente. Ajá, imposible. Hubo algunas risas de vernos a todas en una posición tan poco glamorosa, pero como era un asunto serio lo disimulamos lo mejor que pudimos.

Luego entonces llegó lo bueno. Los ejercicios en el tubo. Primero hicimos una prueba de seguridad para acostumbrarnos a la fuerza que necesitas en los brazos para mantenerte colgada del tubo (BTW, necesitas MUCHA!). Y como si nada, la maestra pasó a enseñarnos el primer giro. Tomas el tubo con las manos, lo agarras con la parte de atrás de tu tobillo derecho y zaz, comienzas a girar hacia abajo hasta que tus pies toquen el suelo y luego te incorporas, eso sí, pompas primero. No puede ser taaan difícil así que ahí va. Resultado: caes como saco de papas, se te atoran los brazos en el tubo, se te zafa la pierna con la que lo tenías agarrado, te duelen las manos y al final no pudiste dar ni una vuelta. Pasamos como 20 minutos practicando ese giro y lo más que logré fue que las manos no se me quedaran atoradas y poder girar un poco. Decepción total. Mi falta de talento y los $3000 por curso me desalentaron por completo. ¿Entonces no podré bailar en tubo de manera profesional? Whatever, creo que feminista y bailarina exótica no iban a quedar mi bien en mi CV de todas maneras. Eso sí, hubiera sido una sorpresa interesante para el hipotético novio futuro. Ni hablar.



Para despedirme les dejo uno de los bailes en tubo más tristes de la historia: Britney Spears en Gimme More. Entiendo que no está nada fácil, pero no puedes sólo bailar ALREDEDOR del tubo, de hecho tienes que hacer algo con él!! Si el tubo no es lo tuyo, no lo pongas en tus videos, mucho menos cuando estás usando pelucas malas después de que te rapaste en un ataque de locura.

sábado, 15 de mayo de 2010

Odio la sección de Moda del Reforma

Todos los días, desde que que tengo memoria, el periódico Reforma llega puntualmente a mi casa. Me gustan y me disgustan muchas cosas de este Periódico, pero cada sábado, sin falta, tengo que revisar la sección de Moda. La verdad no entiendo por qué lo hago, es como ver un accidente: es horrible, quisieras que no estuviera pasando y, sin embargo, no puedes dejar de verlo.

En pocas palabras, lo que odio de esta sección es que se dedica a dar tips de "estilo" como si todas las mujeres fueran ñoras de Polanco. Bolsas carísimas, ropa conservadora que esconda tus defectos, las marcas más cotizadas, etc. Tienen editoriales súper producidas y hacen las reseñas más raras sobre las fashion weeks, pero en mi opinión, están totalmente alejados de lo que las mujeres en verdad usan. Yo que soy muuuy fan de los blogs de moda y estilo (pueden encontrar mis favoritos en la columna de la derecha) y creo que la moda no se trata de la ropa que uses, sino del estilo que tengas, encuentro la sección del Reforma terriblemente aburrida y nada propositiva.

Pero bueno, hoy fueron un paso más allá. No sólo pusieron a A-Rod en la portada hablando de ropa para hombres altos/promocionando su nuevo gimnasio en Reforma 222, sino que por primera vez que yo recuerde, intentaron hacer una nota tipo The Sartorialist con fotos de la moda en la Ciudad de México en estas épocas de calor (evidentemente, para el Reforma la moda en el DF se reduce a la Condesa y Polanco). En fin, basta de explicaciones, pasemos a analizar la nota:

A estas alturas, The Sartorialist nos ha enseñado a todos la importancia del estilo personal y cómo capturarlo en una foto, así que el hecho de que la foto principal de una nota de MODA sea un par de señoras en pants no tiene perdón de Dios. ¡En pants! ¿Es una broma verdad, Marcelino Pacheco A. (autor de la nota)? Un niñito random y una chava hippiosa no ayudan mucho que digamos, pero los pants me insultaron y en serio.

La nota continúa con una parejita vestida de negro en primavera (¡en pants!) y una chava que la salva muy bien con una faldita muy coqueta. Entiendo que el DF no es Nueva York, ni Milán, ni París, pero me rehúso a creer que esto es lo mejor que hay. Si van a hacerla de "style hunters" o algo así deben tomarse el tiempo necesario y estar abiertos a nuevos estilos y propuestas, y no publicar fotos de las primeras personas que pasaron enfrente.

Para finalizar va lo que más me molestó de toda la sección:


Como pueden ver en la esquina superior derecha, esta so-called sección de moda se atrevió a sugerir Crocs!!!!!! Crocs y pants!!!! ¿Cómo pueden vivir con ellos mismos? Si quieren conocer mi opinión sobre los Crocs les recomiendo este grupo de Facebook, o bien casi cualquier cosa de Hadley Freeman.

Tengo que aceptar que no conozco muchos fashion blogs de México, la mayoría son extranjeros, pero me encantaría conocer algunos y saber que hay gente con una idea más elevada de moda y estilo, aunque no tengan la oportunidad de publicar en un periódico de circulación nacional.

domingo, 9 de mayo de 2010

Pregúntale a Hadley

Dado que esta es la primera entrada de mi blog, quiero dedicarla a una escritora que en gran parte me motivó a comenzar a escribir esto. Su nombre es Hadley Freeman y es columnista del periódico británico The Guardian, en donde escribe para la sección de Life and Style. Tiene una sección especial llamada Ask Hadley, en donde responde dudas de sus lectores sobre moda y estilo (por moda y estilo me refiero a cuestiones como qué ponerse para ir a una marcha de protesta o si las mujeres mayores de 30 años deben usar shorts de cintura alta), pero también hace comentarios sobre una infinidad de temas, desde las más recientes elecciones británicas hasta los chismes sobre artistas y el mundo de la moda. Hace todo esto con un sentido del humor ácido, sarcástico y envidiablemente witty, siempre congruente con unas ideas feministas bastante sólidas.


Sin embargo, lo que más me gusta de Hadley (me voy a referir a ella por su nombre, porque en mi mente somos mejores amigas) es que no se toma muy en serio. Igual escribe de bolsas y zapatos que de los problemas alimenticios en la industria de la moda o sobre el futuro político de Sarah Palin. Para mí, que me apasiona desde la política y el feminismo hasta las faldas y el yoga, es bastante inspirador ver que se puede hablar todo, ser congruente y no perder el sentido del humor. Y bueno, eso es lo que intentaré hacer aquí, hablar de todo lo que me interesa procurando que no se vuelva caótico.

Pero regresemos a Hadley. Ella nació en Nueva York, estudió periodismo en Oxford y desde que se graduó comenzó a trabajar en The Guardian. Realmente no creo que su plan de vida haya sido convertirse en una columnista de moda, creo que simplemente sucedió. Y no sólo sucedió, sino que se hizo tan buena en ello que en 2008 publicó su primer libro: The meaning of sunglasses. Yo lo conseguí en una reciente visita a Nueva York y desde la primera página lo amé. Contrario a lo que dice Legally Blonde, no creo que la Cosmopolitan sea la biblia de la moda, creo que el libro de Hadley lo es. No es el tipo de libro que te dice cómo vestirte (tipo What not to Wear o Tim Gunn), sino que es un libro que defiende el derecho de las mujeres a vestirse con cosas lindas y a tener un estilo propio, sin que por eso sean menos inteligentes o estén traicionando los ideales del feminismo. Lo que sí hace es criticar las cosas ridículas que la industria de la moda hace hacer a las mujeres, como gastar 10,000 dólares en una bolsa, creer que lo que se le ve bien a Kate Moss se le ve bien a todas (Kate Moss se ve bien con una sábana puesta; el resto de las mujere, pues, no.) o llegar al extremo de los desórdenes alimenticios sólo por ajustarse a los estándares de la moda. Hadley nota la diferencia entre la ropa que está hecha para gustarle a las mujeres y aquella hecha para que las mujeres crean que deben vestirse así para gustarle a los hombres (Clothes that boys don’t get but girls do vs Women doing domething they think men will like but actually makes them loof like Complete Freaks) y comprende absolutamente las diferencias entre los diseñadores hip (eg. Marc Jacobs, Miu Miu) y los diseñadores para señoras millonarias (Valentino, Dolce & Gabbana). Lo más importante, entiende que todo en la moda, zapatos, faldas, vestidos, blusas, accesorios para el cabello, etc., no es nada más que ropa, y por lo tanto debe ser divertida, sin tantas reglas que seguir y sin tantas complicaciones.

En fin, un libro y una columna divertidísimos, a los cuales creo que regresaré en muchas ocasiones en el futuro de este blog. Por mientras, les dejo algunos de mis momentos favoritos de Hadley.



Finalmente, una foto de Hadley usando un vestido de la línea de Kate Moss para Topshop, probablemente de 2008. Lindo, ¿no?